—¡Hola!
—¡Hola! —dice algo
desconcertado.
—¿Todo bien?
—Si, bueno, todo bien.
¿Disculpe? ¿Nos conocemos de algo?
—No, no tengo el placer, pero
llevaba un rato aburrido mirando ropa dar vueltas y pensé en la suerte que
tenía de tener alguien con quien charlar —dice mientras muestra un puente
destruido a través de una sonrisa amplia y abierta.
—Esto, sí, claro, que suerte.
—No se preocupe que no me queda
mucho. Ya veo que es de los míos —menciona mientras señala la prenda, un
calzoncillo, que está introduciendo en ese momento en la lavadora.
—¿Disculpe? No le entiendo.
—Si hombre, esas manchas no son
por cambiarse todos los días ¿verdad? Un accidente, puede, pero en todos. —Hace
comillas con las manos al decir: en todos.
—¡Oiga, cómo se atreve!
—Si es lo más natural del mundo.
De hecho, suerte que tienes más de uno. Estar de batalla mientras… ya sabes
—señalando a la lavadora que acaba de terminar—. Oh, mira, me toca ponerme
ropa limpia.
—Disculpe, pero tengo que seguir.
—Intenta centrarse en poner el programa en su lavadora.
—Si, claro, perdona. Cómo si no
estuviera. Estoy acostumbrado —dice mientras saca la ropa y se dirige al banco justo al
lado de la lavadora, ya activada, en la que está la otra persona. Se sienta
haciendo ademán de ir a quitarse el pantalón, la única prenda que llevaba
puesta.
—¡Oiga!
—Man, un poco de intimidad. Tú gírate y no te preocupes.
—dice mientras vuelve a intentarlo.
—¡Por favor! Este no es lugar.
Un poco de respeto —grita incrédulo ante
la situación.
—Ok, ok. Madre mía el figura.
Tranquilo, que ya me voy a casa. Además hoy me toca una de esas siestas largas.
Ya sabes, de las que se empalman… —riendo consigo mismo—. Nada,
compañero, tú a lo tuyo que yo me voy a echar una cabezadita —mientras le guiña un ojo, se tumba en el banco y se extiende sobre el con las
piernas en dirección a la lavadora; boca arriba, abiertas, dejando entrever
toda su naturalidad a través de un enorme agujero en el pantalón.
J.L.Galán
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